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  • Reflexiones sobre la Navidad

    Por Nahuel Maciel

    Hace 2018 años que una memoria compartida en el mundo cristiano se repite: la celebración de Jesús de Nazaret, nacido en el pesebre de Belén, en condiciones muy pobres. Se trata de una de las celebraciones más importantes de la vida cristiana.
    Sin embargo, por estas horas se habla poco y nada del real sentido de la Natividad. En cambio, abundan hasta el hartazgo los titulares sobre cómo estuvieron las ventas o las informaciones sobre cómo se canalizaron los afanes consumistas por los regalos. Se trata de un movimiento comercial que en muchos hogares deja comprometida seriamente el presupuesto familiar. No es casualidad que, por estos días, las ofertas de préstamos de bancos y financieras aparezcan como fórmulas mágicas… aunque el problema venga en el futuro inmediato cuando no se pueda honrar las cuotas.
    ¿No habrá llegado el momento de replantearse la necesidad de valorar aquel humilde pesebre de Belén? ¿Y en ese ejercicio posar la mirada en la infancia vulnerada de nuestra época?
    El Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de las Naciones Unidas expresó su preocupación creciente por la pobreza en Argentina, especialmente a la que afecta a la infancia.
    Se sabe de algunas de sus causas: la inflación, la caída del empleo, la reducción del salario y de las jubilaciones, entre otras situaciones, que llevaron la marca de la pobreza en el primer semestre de este año al 30 por ciento; lo que eleva a más de 13 millones el número de personas en situación de pobreza. Y de acuerdo a los datos oficiales, el segundo semestre fue peor, lo que vaticina que el próximo informe será mucho más preocupante. En América Latina la pobreza tiene igualmente una profunda huella generacional que es necesario desterrar con acceso a más y concretos derechos.
    En cuanto a la infancia vulnerada, más de tres millones de niños y niñas de Argentina dependen de las migajas que pueda acercarle el Estado. Pero esa realidad parece que todavía no logra conmover el espíritu de quienes deben tomar decisiones de Estado.
    El informe que elaboró Unicef sobre “Pobreza Monetaria y privaciones no Monetarias en Argentina” comienza con un concepto muy sabio y oportuno: “La pobreza es más que la escasez o insuficiencia de ingresos”. E inmediatamente ahonda: “Vivir en pobreza durante la infancia significa no ir a la escuela ni aprender, saltar una de las comidas o ir a dormir con hambre, no tener zapatos o vestimenta digna, estar privado de atención médica y expuesto a enfermedades, vivir en un hogar sin agua potable, electricidad, en espacios inseguros y en condiciones de hacinamiento o enfrentarse a muchas otras carencias”.
    El informe de Unicef –es bueno tenerlo presente- está basado en la Encuesta Permanente de Hogares, que es la investigación socioeconómica más importante que realiza el Instituto Nacional de Estadísticas y Censo (INDEC).
    De su análisis se concluye que el 48 por ciento de los niños y niñas son pobres desde una perspectiva multidimensional no monetaria. Es decir, a uno de cada dos niñas y niños, se les priva el ejercicio de al menos de uno de esos derechos: educación, protección social, alimento, vivienda adecuada, saneamiento básico, acceso al agua segura, o un hábitat seguro.
    Pero Unicef dice algo más sobre la niñez: el 48 por ciento de los chicos argentinos son pobres y la mitad de ellos muestra “severas” privaciones de derechos fundamentales.
    Hay que tomar conciencia y decirlo claramente: las iniciativas del Estado tanto históricamente como en la actualidad, han sido “insuficientes” y en algunos casos hasta “mezquinas”. Es más, se necesitan leyes que otorguen mayores protecciones a los derechos de la infancia. Pero, hay que ser realistas: los legisladores “están para la rosca” y no es la de Reyes.
    Una última curiosidad: los que ejercer el poder y toman decisiones, viven en la abundancia y como consecuencia de sus decisiones, la miseria se enseñorea en todos los rincones del país, afectando especialmente a la infancia.
    Es época de Navidad y seguramente alguna noticia saldrá a reflejar algún milagro. El campo de la solidaridad es fecundo y extenso… pero también insuficiente.
    Se necesita un Estado más presente… justamente cuando vivir en comunidad para las personas en situación de pobreza es cada vez más lejano.
    Habría que declarar la emergencia nacional para la infancia. Para ello, es de anhelar que la Navidad no sea un mero feriado más en el calendario.
    Reflexiones sobre la Navidad

    Por Nahuel Maciel

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